Prehistoria


El hombre sinaloense, en épocas prehispánicas, dependía a gran forma de las condiciones ecológicas de entorno; y adaptados a su medio, no edificaron ciudades como otras culturas en el altiplano de la zona central de lo que hoy es México. Las viviendas eran endebles, ya que conocían las grandes avenidas de los ríos, dándose la posibilidad de cambiar de lugar según fueran las condiciones naturales.

En lo que hoy es el estado habitaron diversas tribus indígenas, de las que sobresalen los Cahítas, Totorames, Pacaxees, Acaxees y Xiximes, entre otros. La palabra Sinaloa proviene de la lengua de una de esas tribus, como ya lo habíamos mencionado.

Cuando Nuño Beltrán de Guzmán llegó al territorio, el cambio fundamental que trastocó la vida indígena empezó a ser visible, pues apareció otra forma de vivir y de relacionarse con la naturaleza; la agricultura adquirió otro sentido y junto a la ganadería, como actividades que tienen por objeto la gran producción, se propició el desarrollo de la minería.

También se establecieron otras relaciones de poder y muchos de los pobladores nativos vieron devaluada su humanidad; se impusieron los servicios personales que muchas veces propiciaron relaciones de esclavitud; se introdujo otra relación con lo desconocido y de varios dioses se pasó a uno principal. Se persiguió y exterminó a los dirigentes indígenas, acusándolos de hechiceros. Se consolidó la monogamia como forma familiar y el tributo tuvo como destinatarios a personas que vivían fuera de territorio sinaloense. Se impuso la imagen de un rey al que no se conocía, se empleó la violencia militar para formar pueblos que, en no pocas ocasiones, fueron destruidos, todo ello acompañado por la labor evangélica de las órdenes religiosas. 


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